
Que las parejas ya no son para toda la vida es un hecho que se acredita con las cifras que nuestros Juzgados y Tribunales manejan en relación a los procedimientos de separación o de divorcio, y si los sentimientos se han acabado, los esfuerzos de los aún cónyuges deben centrarse en luchar para que su divorcio no suponga el fin de su familia.
Lo primero que deben hacer mis futuros clientes es entender que aunque su pareja se ha acabado, su familia es una realidad que no se “autodestruirá” con su separación o su divorcio y, por lo tanto, debemos focalizar en que las futuras relaciones de la familia se ajusten a su antigua realidad, dejando a un lado sentimientos y egoísmos personales.
Comenzaré explicando, que la separación (procedimiento mediante el cual se comunica al juez el cese efectivo de la convivencia de los cónyuges y que sería reversible con solo volver a comunicar la reconciliación de los mismos) está cada vez más en desuso, dada la duplicidad de gestiones que supondría tramitar posteriormente el divorcio (dos procedimientos judiciales uno de separación y otro posterior de divorcio) con el consiguiente gasto en profesionales, dado que en ambos casos es necesaria la intervención de dos profesiones: Abogado y Procurador de los Tribunales.
Es por esta cuestión, y por la realidad indudable de que si uno quiere divorciarse ha de decidir si lo hace de mutuo acuerdo o de forma contenciosa, es por lo que estas líneas van dedicadas a plantear las ventajas e inconvenientes de tramitar la disolución de nuestro matrimonio de una u otra forma:
- Rapidez: de media en la ciudad de León un divorcio de mutuo acuerdo estará concluido con sentencia firme en aproximadamente dos meses, mientras que un divorcio contencioso tendrá una duración mínima, en primera instancia, de aproximadamente 6/8 meses, a lo deberá añadirse la posibilidad de recurrir la Sentencia.
Los acuerdos que aceptan los cónyuges de forma consensuada son mucho más específicos y se adaptan mejor a la realidad de lo que necesita la familia que una sentencia judicial. Por mucho que el Juez de Familia hagas esfuerzos (que los hace) por recoger en la Sentencia las necesidades de esa familia, el convenio regulador siempre va a ser mucho más extenso, personalizado y adaptado a las circunstancias del caso, favoreciendo el cumplimiento de los acuerdos y adelantándose a posibles malos entendidos.
No podemos olvidar que el juez no conoce a las partes, han de ser ellas mismas las que propongan la mejor solución para readaptarse a la nueva situación familiar.
- Menor coste económico: El procedimiento de mutuo acuerdo puede tramitarse con un solo Abogado y un solo Procurador, reduciendo la carga económica por la gestión del papeleo.
- Mejores relaciones a futuro: tramitar el divorcio de mutuo acuerdo, dialogando y consensuando las soluciones, favorece que las relaciones futuras de la familia sean más positivas y evita, o aminora, el sufrimiento inevitable de los menores hasta que se adapten a la nueva realidad familiar.
Hemos de ser conscientes de que la forma que elijamos para disolver nuestro matrimonio va a marcar el futuro de nuestras relaciones familiares, por lo que deviene vital dejar nuestro egoísmo y nuestro dolor a un lado, primando en las necesidades de nuestros hijos y favoreciendo que esta situación que a todos los miembros de la unidad familiar descoloca, sea lo más fácil y cómoda posible.